miércoles, 23 de junio de 2010

Algo mágico...


Tiempo de preparación. Llamadas desde casa, desde el móvil y entendimiento escaso entre los interlocutores. Nuevos métodos de ingresos que retoman lo prehistórico del correo habitual dejando de lado esa "modernidad" de las tecnologías informáticas.

Puesta a punto de las maletas y a dormir... como se puede. Madrugón heroico y comienza la aventura recogiendo a los componentes de la partida. Un coche negro sale de su cálido garaje para realizar la primera parada dos calles más allá. Ya somos dos. Un pueblo, y tres. Otro pueblo donde el sol escala por el cielo pero el frío aprieta a esas horas. Ya estamos todas, las cuatro.

Un viaje por carretera que, aunque largo y pesado, comenzamos con alegría y optimismo (y alguna que otra cabezadita). Llegamos ocho horas después al lugar de destino. El calor abrasador no nos incomoda porque empieza nuestra aventura, con un apartamento diminuto (hay quien diría acogedor) en un pueblo a orillas del mar con preciosas casas blancas por doquier.

Y pasa el tiempo... vemos playas kilométricas y pueblecitos encantadores como sólo los puede haber en el sur. Disfrutamos del mar, los bocadillos en la playa y los rayos del sol. Anochece tras el mar, belleza en estado puro.
Cenas, juegos de cartas y dados, música, fiesta y puestecillos hippies. Comprando regalos o con asaltos al bol de pasta. No importa, son nuestras noches, de las cuatro.
Una vivencia única, que esperemos sea la primera de muchas más. Gracias por entrar en mi vida y llenarla con recuerdos como éstos. Fue mágico... Cádiz 2009.

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